lunes, 23 de noviembre de 2020

Expresionismo en las distintas manifestaciones

 

Expresionismo


Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Especialista en Artes, Literatura Comparada e Historia

El expresionismo fue un movimiento artístico, cinematográfico, musical y literario que comenzó como estilo pictórico en Alemania durante la transición del siglo XIX al siglo XX. Luego se expandió a otras disciplinas y regiones hasta alcanzar su madurez entre 1905 y 1933, dejando por fuera la interrupción que significó la Primera Guerra Mundial. A diferencia de las llamadas vanguardias históricas, el expresionismo no fue un movimiento con un estilo unificado. Fue más bien el resultado de un espíritu crítico frente al nuevo orden occidental.

El desengaño y la crítica hicieron que este movimiento tuviera como centro de su programa la percepción pesimista de la vida y el individuo contemporáneos, el rechazo a la composición premeditada y el cuestionamiento de la belleza apolínea como fin último de la obra artística.

nolde
Emil Nolde: La crucifixión. 1911-1912. Óleo sobre lienzo. 220 x 579 cm. Fundación Ada y Emil Nolde, Seebüll.

En este artículo conoceremos las características del expresionismo, tanto generales como específicas según la disciplina. Asimismo, conoceremos los aspectos más importantes de su contexto y origen, y el papel que ejercieron los diferentes grupos adscritos a esta estética.

Características generales del expresionismo

Conozcamos algunas de las características principales de la estética del expresionismo en los siguientes apartados.

Perspectiva negativa sobre la realidad

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Kathe Kollwitz: Los sobrevivientes. 1923. Litografía con crayón y pincel con técnica de rascado. 62.3 x 47.8 cm.

El expresionismo se caracteriza por una perspectiva desencantada sobre la realidad. Los artistas miran con descreimiento y desconfianza las promesas progresistas de la modernidad al captar las contradicciones de fondo.

Percibe al sujeto impotente frente a los hilos del poder

La generación expresionista concibe al individuo como un ser a la merced de los acontecimientos, carente de sustancia propia y sometido a la mediocridad. Para esta generación, las personas han sido despojadas de libertad y autonomía, y han sido reducidas a piezas del sistema.

Representa la esencia del individuo contemporáneo

Ernst Ludwig Kirchner
Ernst Ludwig Kirchner: Autorretrato como soldado. Óleo sobre lienzo 69,2. x 61 cm. Allen Memorial Art Museum, Oberlin (Ohio).

El expresionismo desea representar la esencia del individuo contemporáneo. Rechaza, por lo tanto, la mera representación de las apariencias. Cultiva, así, el dramatismo, la subjetividad y la expresión de lo sentimientos humanos, especialmente la decepción, el terror, la angustia, la soledad, la miseria humana, el despojo y el descreimiento.

Predominio del instinto sobre la racionalidad

El expresionismo se propone hacer prevalecer el instinto sobre la racionalidad en los procesos creativos. Es decir, el artista se opone a la composición deliberadamente racional y promueve el valor de la intuición y la improvisación. Lo abrupto hace presencia.

Despoja a los objetos de idealizaciones

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Franz Marc: El destino de los animales. 1913. Óleo sobre tela. 1,96 m x 2,66 m. Kunstmuseum, Basel.

Sustraer a los objetos de cualquier idealización o de cualquier objetivación es parte de los principios expresionistas. El universo representado siempre encarna una realidad subyacente.

Dominio de lo psicológico

Lo psicológico juega un papel fundamental, ya que indaga sobre los sentimientos primarios o instintivos de los sujetos, el mundo onírico y el universo de lo grotesco. Favorece la distorsión y la tensión entre la realidad y lo percibido en la obra.

Características del expresionismo por disciplina

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Oskar Kokoshka: La diosa del aire La novia del viento. 1913-1914. Óleo sobre tela. 181 cm × 220 cm.

Características de las artes plásticas

  • Preferencia por las formas angulosas;
  • Uso de la perspectiva no-natural, es decir, arbitraria (acorde con los objetivos de la representación);
  • La figura se deforma para resaltar el sentimiento;
  • Construcción del espacio oblicuo;
  • Superposición de escenas;
  • Coloración expresiva. Bien colores resplandecientes (vibrantes, bien fundidos o separados), bien colores patéticos;
  • Pasta gruesa, martillada, áspera;
  • Técnica violenta que acude a la improvisación.

Características del cine expresionista alemán

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Fotograma de El gabinete del Dr. Caligari.

El fin de la Primera Guerra Mundial también trajo consigo el desarrollo de una nueva estética cinematográfica. El cine expresionista reflejó también la inestabilidad, la angustia, la ambigüedad y la duda existencial de la sociedad alemana. El expresionismo alcanzó un desarrollo cinematográfico importante en la década de los 20 y hasta el ascenso de los nazis al poder. Entre sus características podemos mencionar:

  • Preferencia por la construcción oval del espacio, que acentúa la sensación de opresión y vigilancia;
  • Profundidad de campo lograda con los decorados (carácter antinaturalista);
  • Planos oblicuos que inducen vértigo;
  • Uso de luz menguante;
  • Intenso claroscuro como expresión de la dualidad del individuo confrontado con su mundo interior;
  • Uso recurrente del primerísimo primer plano (PPP).

Características de la literatura

escultura
Wilhelm Lehmbruck: Los caídos. 1915. Wilhelm Lehmbruck Museum, Duisburg.

Para algunos autores, el expresionismo literario no se percibe como un movimiento programático sino como el espíritu de una generación o una época. Aún así, puedes distinguirse algunas de las siguientes características.

  • Amplio desarrollo de la novela y el teatro especialmente;
  • En narrativa se desarrollaron dos tendencias: una naturalista y otra experimental;
  • En poesía, se dio espacio a una estética de lo grotesco y a la renuncia de ciertas normas formales en pro de la expresión;
  • En la dramaturgia, con frecuencia las figuras no tienen nombres individualizados sino que responden a denominaciones de tipos;
  • No se preocupa por la verosimilitud sino por la expresión del mundo interior de los sujetos en permanente tensión.

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Características de la música

La música, por su parte, conoció un importante punto de inflexión a partir de la obra de compositores como Arnold Schoenberg hacia 1918, Anton Webern y Alban Berg. Todos buscaban lograr superar las convenciones del pasado, en busca de un nuevo modo de construir el sentido estético de la música.

  • Aporta el sistema dodecafónico, es decir, la escala conformada por 12 sonidos de igual intervalo que rompe con la estructura de la escala occidental (basada en 8 sonidos);
  • Promueve el desarrollo de la música atonal;
  • Acude a armonizaciones en extremo disonantes;
  • Prefiere las líneas melódicas basadas en movimientos por grados disjuntos, es decir, con intervalos superiores a una segunda mayor;
  • Aprovecha los contrastes en las dinámicas.

Principales artistas y autores del expresionismo

Pintores, ilustradores y grabadores

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Otto Dix: La guerra.1932. Pintura al óleo. Panel central: 204 x 204 cm. Laterales: 204 x 204 cm. Predella: 60 x 204 cm. Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde.
  1. Edvard Munch (Noruega, 1863-1944). Pintor. Obras más representativas: El grito, Pubertad, Muerte en la alcoba.
  2. James Ensor (Bélgica, 1860-1949). Pintor. Obras más representativas: La intriga; Esqueletos disputándose un arenque; La muerte y las máscaras.
  3. Emil Nolde (Alemania, 1867-1956). Pintor. Obras más representativas: La última cena; Mask Still Life III.
  4. Käthe Kollwitz (Alemania, 1867-1945). Pintor. Obras más representativas: Mujer con niño muerto; La viuda, Los sobrevivientes.
  5. Franz Marc (Alemania, 1880-1916). Pintor. Obras más representativas: El caballo azul; La vaca amarilla; El destino de los animales.
  6. Ernst Ludwig Kirchner (Alemania, 1880-1938). Pintor. Obras más representativas: Escena de calle de BerlínAutorretrato como soldadoCinco mujeres en la calle.
  7. Oskar Kokoschka (Austria, 1886-1980). Pintor. Obras más representativas: La diosa del aire; Autorretrato de un artista degenerado; El huevo rojo.
  8. Otto Dix (Alemania, 1891-1969). Pintor. Obras más representativas: La guerra; Jugadores de cartas; Retrato de la periodista Sylvia von Harden.
  9. George Grosz (Alemania, 1893-1959). Pintor. Obras más representativas: Caín o Hitler en el infierno; Funeral dedicado a Oscar Panizza; Grey Day.
  10. Georges Henri Rouault (Francia, 1871-1958). Pintor y grabador. Obras más representativas: Miserere (serie); El payaso trágicocrucifixión.
  11. Wassily Kandinsky (Rusia, 1866-1944). Pintor. Obras más representativas: Der Blaue Reiter (El jinete azul); Domingo (Rusia antigua).
  12. Paul Klee (Suiza, 1879-1940). Pintor. Obras más representativas: La casa giratoria; Angelus Novus.

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Escultores

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Ernst Barlach: Monumento a los caídos en la catedral de Magdeburgo. 1929.
  • Ernst Barlach (Alemania, 1870-1938). Escultor. Obras más representativas: El Cenotafio de Magdeburgo; El espíritu combatiente; El Ángel flotante (catedral de Guestrow); El mendigo.
  • Wilhelm Lehmbruck (Alemania, 1881-1919). Escultor. Obras más representativas: Los caídosEl arrodillado.

Cineastas

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De izq. a der.: carteles de las películas El gabinete del Dr. CaligariEl GolemNosferatu Metrópolis.
  • Robert Wiene (Alemania, 1873-1938). Obras más representativas: El gabinete del Dr. Caligari (1919)
  • Karl Boese (Alemania, 1887-1958). Obras más representativas: El Golem (1920)
  • Fritz Lang (Austria, 1890-1976). Obras más representativas: Las tres luces (1921); Dr. Mabuse (1922); Metrópolis (1927)
  • F.W. Murnau (Alemania, 1888-1931). Obras más representativas: Nosferatu (1922); El último hombre (1924); Fausto, una leyenda alemana (1926)
  • Henrik Galeen (Austria, 1881-1949). Obras más representativas: El estudiante de Praga (1926)

Escritores

  • Georg Heym (Alemania, 1887-1912). Obras representativas: El Dios de la ciudad; El día eterno.
  • August Stramm (Alemania, 1874-1915). Obras representativas: Die Bauern; Auswanderer!
  • Georg Trakl (Alemania, 1887-1914). Obras representativas: Sebastián en sueños y otros poemas.
  • Theodor Däubler (Alemania, 1876-1934). Obras representativas: La aurora boreal; Odas y cantos.
  • Alfred Döblin (Alemania, 1878-1957). Obras representativas: Berlin Alexanderplatz.
  • Johannes R. Becher (Alemania, 1891-1958). Obras representativas: Abschied (Einer deutschen Tragödie erster Teil 1900–1914).
  • Gottfried Benn (Alemania, 1886-1956). Obras representativas: Poemas estáticos.
  • Georg Kaiser (Alemania, 1878-1945). Obras representativas: Los burgueses de CalaisEuropa; Trilogía compuesta por El coralGas I Gas II.

Músicos

  • Arnold Schoenberg (Austria, 1874–1951). Obras representativas: Pierrot Lunaire.
  • Anton Webern (Austria, 1883–1945). Obras representativas: Op. 21, Sinfonía.
  • Alban Berg (Austria, 1885–1935). Obras representativas: LulúSiete canciones temporanas.
  • Ernst Krenek (Austria, 1900–1991). Obras representativas: Carlos VOrfeo y Euridice.
  • Paul Hindemith (Alemania, 1895–1963). Obras representativas: Matías el pintor; Concierto para Orquesta op. 38.
  • Ígor Stravinski (Rusia, 1882–1971). Obras representativas: La consagración de la primavera; Suite para Historia de un soldado.

Contexto y origen del expresionismo

ensor
Ensor: Esqueletos disputando un arenque. 1891. Óleo sobre lienzo. 16 x 21,5 cm. Museo Real de Bellas Artes, Bruselas (Bélgica).

El expresionismo, como el arte de vanguardia en general, coincidió con tres aspectos fundamentales de la transición del siglo XIX al XX:

  1. El impacto de la "segunda revolución industrial", fundada en la alianza entre conocimiento científico e innovación tecnológica. Esta se presentaba como una bandera de progreso de la civilización occidental.
  2. La expansión del imperialismo, que crecía con la segunda revolución industrial en busca de nuevas materias primas, mano de obra barata y nuevos mercados.
  3. El recrudecimiento del nacionalismo, que había alentado diferencias irreconciliables en Europa, especialmente en aquellas naciones sometidas a formas de gobierno imperiales(Imperio otomano e Imperio austrohúngaro).

Todo esto despertaba en los sectores menos optimistas, incluidos los artistas, una sensación de malestar. Aquellas intuiciones se vieron confirmadas en el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Alemania, la gran derrotada, quedó sumida en un estado de humillación, indefensión y confusión que acentuó el malestar que los artistas volcaron en el arte.

Antecedentes artísticos e influencias

antecedentes
1. Munch: El grito. 2. Goya: Saturno devorando a su hijo. 3. Gauguin: Visión después del sermón. 2. Van Gogh: La noche estrellada. 5. Matisse: La línea verde.

En el arte del siglo XIX ya habían aparecido los signos de una actitud crítica frente a la modernidad occidental. Goya y sus pinturas negras se habían convertido en una referencia para los pintores alemanes, pero más aún Edvard Munch, al final de ese siglo, considerado precursor del movimiento. Otro tanto influyeron Paul Gauguin y Vincent Van Gogh, así como los fauvistas y los pintores Ensor y Emil Nolde.

Hacia un movimiento expresionista

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George Grosz: El eclipse de sol. 1926. Óleo sobre lienzo. 210 x 184 cm. Heckscher Museum, Huntington.

El expresionismo fue primero un movimiento pictórico que luego cundió hacia otras disciplinas. La primera fase se caracterizó por una visión satírica de la burguesía y un fuerte anhelo de expresión. Los grupos jugaron un importante papel en la promoción del movimiento. Entre ellos:

  • Die Brücke (El puente): fundado en Dresde en 1905 por E. L. Kirchner, E. Heckel y K. Schmidt-Rottluff. Luego se sumaron Emil Nolde, Max Pechstein y Otto Müller.
  • Der Blaue Reiter (El jinete azul): formado en Munich hacia 1911 por los alemanes Franz Marc, August Macke y Heinrich Campendonk; el suizo Paul Klee y el ruso Wassily Kandinsky.

Ambos grupos se disolvieron en 1913, poco antes de la Primera Guerra Mundial.

  • Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad): formado después de la Primera Guerra Mundial por Otto Dix y George Grosz. Su espíritu dominante fue el pesimismo existencial y la actitud satírica y cínica frente a la sociedad.

En general, la corriente expresionista en todas sus manifestaciones debió sufrir la censura del nazismo que lo asociaba al comunismo y lo consideraba subversivo.

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Kafka por Luis Quintana Tejera

 Algunas consideraciones críticas sobre Kafka y La Metamorfosis

Dr. Luis Quintana Tejera
Universidad Autónoma del Estado de México
qluis11@hotmail.com


 

Introducción

Al observar las numerosas contradicciones que se producen entre las distintas exégesis dedicadas a la obra kafkiana -teológica, filosófica, psicológica, temática- e incluso entre diversas interpretaciones de un mismo tipo de exégesis, algunos críticos han visto la necesidad de abandonar esta clase de estudio y orientarse exclusivamente hacia planteamientos predominantemente formales.

Muestra evidente del cambio de orientación en el estudio de Kafka es el nuevo presupuesto del que se parte y que refleja, de manera muy clara, Martin Walser cuando afirma:

Ya no nos hará falta recurrir [...] al poeta mismo, puesto que la obra lo es todo en sí misma. En el caso de Kafka la vida debe ser esclarecida a la luz de la obra, mientras que la obra puede prescindir del esclarecimiento que surge de la realidad biográfica.1

Sin embargo, la relatividad de este presupuesto lo torna fácilmente detractable. Bastaría a este respecto recordar las conocidas y estrechas relaciones que se establecen, incluso por parte del mismo Kafka, entre la vida del escritor y sus obras. El fundamento biográfico de determinadas narraciones parece indudable. Para sustentar lo anterior, citamos los Preparativos de boda en el campo, escrito que presenta paralelismos con la romántica aventura vivida por Kafka en Zuckmantel, durante las vacaciones de 1905. Las coincidencias entre las experiencias del autor y su producción literaria se encuentran también en el Castillo en donde, por ejemplo, el personaje de Klamm parece ser una caricatura de Ernst, el marido de Milena, mujer con quien el escritor en cuestión había mantenido, hasta poco tiempo antes, una intensa relación amorosa.

Ahora bien, Walser, siguiendo a su maestro Friedrich Beissner, se dedica fundamentalmente a lo que él considera análisis del texto, pero que se limita tan sólo al estudio de las técnicas narrativas. Describe así la función de los personajes, las relaciones entre éstos, la naturaleza de los acontecimientos narrados, todo ello con el fin de definir la forma del relato kafkiano en relación con los géneros novela y epopeya. El trabajo resultante está orientado exclusivamente en función de su calidad de filólogo.

Mayor trascendencia han tenido, sin embargo, los estudios de Marthe Robert. La ensayista francesa, de gran importancia en el análisis de Kafka, reacciona violentamente contra la atribución al escritor checo-judío de tantos y tan opuestos simbolismos y significaciones. Según Marthe Robert el problema reside en el propio concepto de "símbolo". Para ella, el símbolo implicará una relación cifrable entre un significante y un significado. Esta relación puede ser todo lo compleja y abstracta que se quiera, pero no por ello hemos de pensar que no se encuentre estrictamente definida y constante en una tradición dada. El símbolo es por su propia naturaleza ambiguo puesto que vela y devela simultáneamente lo que sugiere. Pero, siempre, según Marthe Robert, el símbolo para cumplir correctamente su función, debe contener indicios de los dos órdenes de la realidad que intenta relacionar. Si no ocurriera así, el símbolo pasaría de ser ambiguo a convertirse en intransmisible. Precisamente en esta situación se encontraría el símbolo kafkiano. A pesar de lo dicho anteriormente, se trata de un símbolo fuerte y literariamente eficaz cuya sola anomalía afecta el mensaje por transmitir. Será en esta contradicción donde surgirá:

El enigma que fascina continuamente a la crítica, sin por ello descorazonarla, porque cada exégeta sigue persuadido de que los símbolos de Kafka son traducibles a un lenguaje claro por cualquiera que posea la clave.2

Como consecuencia de la búsqueda de esta clave, se produce ese "delirio de interpretación" que, para Marthe Robert, no ha aportado nada nuevo. Este "delirio" seguiría un camino predecible. En primer lugar, hay que dar el paso fundamental consistente en admitir que una de las novelas del autor, cualquiera de ellas, no es sino una alegoría. Una vez dado este paso no queda más que localizar la clave que nos permitirá descubrir y analizar los símbolos.

El problema estaría, según Marthe Robert, en que Kafka jamás estableció la menor orientación tendiente a determinar cuál pudiera ser esta clave, situación que obliga a buscarla en campos ajenos a la literatura. En consecuencia, debido a esta polivalencia de los símbolos, cada exégeta puede elegir la clave que más le convenga, sin que, las más de las veces, ello sea válido exclusivamente para él y no convenza a nadie; todas y cada una de las interpretaciones se verán, pues, obligadas a coexistir, "las claves abren tantas puertas a la vez que finalmente acaban por cerrarlas todas".3

De todas estas incoherencias deducirá Marthe Robert dos consecuencias complementarias: el método está mal planteado y las imágenes de Kafka no son símbolos propiamente dichos.

Pero, si no son símbolos, ¿qué son?. La autora responderá que se trata de simples alusiones, "que tienen conexión con un mundo cuyo sentido no pueden enunciar, pero que son capaces de hacer conocer explorando sus múltiples significaciones posibles".4

Así pues, queriendo a toda costa salvar la coherencia en Kafka, Marthe Robert no encuentra otra solución que mantener la tesis de un Kafka anti simbolista. Esta conclusión ha sido atacada duramente por determinados autores. Alguno de ellos mantiene que la teoría se basa en la confusión entre alegoría y símbolo.5

La alegoría, que tiene como característica el haber sido prefabricada intencionalmente, no podrá tener, por definición, más de un sentido, después del literal. El símbolo, sin embargo, siendo vivo y espontáneo, sobrepasa las intenciones del autor. Es una fuerza de la imaginación no reductible a una sola traducción; esto último resulta una manifiesta oposición a la alegoría, pues mientras ésta representa un pensamiento ya preestablecido que bien podría haber sido formulado de otro modo, el símbolo expresa directamente lo que sin él sería inexpresable.

Lo importante es que la multiplicidad de sentidos que el símbolo produce no supone, como asegura Marthe Robert, ningún tipo de incoherencia. Esta multiplicidad de sentidos corresponde a una multiplicidad de planos y de perspectivas que no sólo no se anulan entre sí sino que se sostienen los unos a los otros. Sólo se creerá en su incoherencia en la medida en que se confunda el simbolismo con la trivialidad en las dimensiones de la alegoría que no pueden representar nunca más que un solo diseño. Pero más aún, en la medida en que el mundo del símbolo admitiría gran variedad de figuras, el admitir sólo uno de estos símbolos supondría un empobrecimiento de la obra de Kafka. La gran riqueza de ésta se encontraría, pues, en esa multitud de planos, de perspectivas y de interferencias.

Sin querer entrar en profundas disquisiciones sobre las diferencias entre símbolo y alegoría, creemos haber analizado el punto de vista más adecuado. No consideramos que la multitud de interpretaciones sea motivo para descalificarlas. Cabría preguntarse, además, si Marthe Robert nos está ofreciendo una interpretación no menos contradictoria que el resto, es decir, si no cae en el pecado de la exégesis que ella misma denuncia.

Establecidos los presupuestos anteriores, estamos en condiciones de analizar algunos aspectos de La metamorfosis con la finalidad de profundizar en el contenido de esta obra.

Hemos escogido con este fin el despertar de Gregorio después de una noche intranquila.

 

El despertar de Gregorio Samsa

En la acción de La metamorfosis no hay ningún tipo de introducción. El aspecto fundamental de la anécdota aparece ante nosotros en las primeras palabras del narrador:

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto.6

Algo ha sucedido en esa noche y Gregorio se encuentra de pronto con la horrible transformación. Es el despertar que nos ubica en la toma de conciencia ante una realidad. La noche anterior representa la vida del personaje que se caracterizó por el sometimiento y el cumplimiento servil de las órdenes de quienes ejercían sobre él un poder ilimitado.

Es la historia del hombre contemporáneo con toda la carga de amargura y desazón que deriva del hecho lamentable de no ser considerado como un ser humano sino tan solo como un objeto.

Comienza así el planteamiento de la relación existente entre su condición de objeto y su situación como sujeto. Gregorio ha sido, hasta este momento, un objeto útil; por esto la alegoría del insecto nos permite observar el inmenso grado de soledad en que se encuentra el joven Samsa. Además, el mencionado animal representa -en el plano de la alegoría-, la incomunicación frente al mundo exterior.

El sueño ha sido intranquilo, primordialmente por dos razones: 1. porque durante esa noche figurada se iba gestando, poco a poco, la metamorfosis; 2. porque Gregorio iba perdiendo, gradualmente, confianza en sí mismo, al mismo tiempo que descubría su grado de extrañeza en relación con el universo en que vivía.

El personaje se encuentra indefenso y muy asombrado. Lo que ha ocurrido escapa a los esquemas normales. Al narrador no le interesa hacer creíble su relato; simplemente los hechos se han dado de esa manera y basta.

Cuando el autor describe al insecto lo hace con la intención de ubicarnos en la verosimilitud de éste; el acontecer literario no importa por el grado de veracidad que conlleve, basta con que se mueva en el terreno de lo posible. Desde nuestra perspectiva de análisis, ese animal representa un momento muy duro en la vida del joven Samsa; realmente existe en su convulsionado microcosmos, frente a lo cual destacamos que la actitud adoptada por Gregorio representa su intención de no dejarse vencer por los hechos consumados.

El primer intento del personaje se da en el terreno de la reflexión: "¿Qué me ha sucedido?7

No es un sueño porque su habitación es la misma de siempre. En ella aparecen los elementos conocidos que nos permiten definir la vida de Gregorio cuando era insecto y no lo sabía.

El muestrario de paños que está sobre la mesa bien puede simbolizar el mundo laboral, su condición de viajante de comercio. La estampa, recortada de una revista ilustrada y puesta en un lindo marquito dorado, es la representación de algo muy querido por el personaje al extremo de llegar a defenderlo valientemente, en el entorno de la segunda salida.

Es una mañana lluviosa y esto acrecienta la nostalgia del protagonista. Su decisión consiste en seguir siendo él mismo, a pesar de lo evidente de la metamorfosis.

Pronuncia un extenso monólogo en el que recapacita acerca de su humana condición. En este monólogo se advierte el alto grado de desarraigo y soledad en que vive. La profesión lo deja cada día más vacío, mientras que las amistades, en continuo cambio como natural consecuencia de sus múltiples viajes, no perduran. El trasladarse en los trenes es molesto y ni siquiera puede comer tranquilamente. A todo lo anterior, se agrega la imagen implacable de su jefe y la dependencia laboral se impone como una carga insoportable.

El despertador no ha sonado, o si esto ha sucedido, Gregorio no lo oyó. En verdad, el protagonista sabía que el sonido del reloj lo llamaba a su condición de objeto útil; quizás por esto último no quiso escucharlo.

A partir de la metamorfosis el fin de Gregorio se impondrá gradualmente, es la imagen del héroe contemporáneo traumado y abandonado por la sociedad a la cual había servido durante tanto tiempo. Simultáneamente, corresponde subrayar el carácter extranjero de este hombre quien sufrió y luchó por un mundo que le volvió la espalda en el momento en el que él más lo necesitaba.

 

Sus relaciones con la familia

Agreguemos además que el personaje pertenece a una familia normal, de clase media. En el seno de esa familia él ha cumplido, hasta ese momento, las funciones de padre, hermano e hijo.

Desde lo más íntimo de su condición de ser humano, el personaje vive el grado de responsabilidad que le corresponde frente a los miembros de la casa. Más allá de lo que le ha acontecido, le preocupa la situación en que quedarán su padre, madre y hermana si él no puede continuar trabajando. Ciertamente, el grado de toma de conciencia en Gregorio es relativo: todavía no ha comprendido la gravedad de los hechos y por eso continúa luchando. Debemos subrayar que la transformación del protagonista es sin regreso. Desde el momento en que descubrió su condición de insecto, no podrá dejar de serlo. Si lo hiciera significaría aceptar la opresión y el menosprecio como sujeto. Sucede que hay dos fuerzas en pugna en el interior del joven: por un lado, su sentido del deber y de la responsabilidad lo obligan a reintegrarse al trabajo; se siente culpable por lo sucedido y no puede imaginarse un mundo familiar sin su presencia actuante, sin la constante preocupación que lo llevaba a solucionar todos los problemas que se presentaban. Por otro lado, desde su actual perspectiva de animal, de objeto útil, no puede permitir que se le siga utilizando. El hacerlo sería una forma de reconocer y aceptar su actual condición.

Por todo lo dicho, las dos fuerzas se manifiestan así: una lo obliga a salir; la otra le impide moverse con normalidad y retrasa todos sus intentos.

Desde la perspectiva de los miembros de la familia, las reacciones son diferentes. En ellos también obrará una especie de metamorfosis que los lleva desde una actitud inicial de relativa aceptación hasta la postura final de total rechazo hacia el horrible insecto.

La primera en dejar oír su voz a través de la puerta cerrada de la habitación de Gregorio es la madre:

-Gregorio -dijo una voz, la de la madre-, son las siete menos cuarto. ¿No ibas a marcharte de viaje?8

Evidentemente la madre está preocupada por su hijo. Una de las características predominantes en esta mujer es su alto grado de incapacidad para ayudar eficazmente a Gregorio. Tiene la mejor intención, pero no posee los medios para concretar en los hechos sus aspiraciones de acercamiento válido al hijo enfermo.

Por su parte el joven casi no reconoce la voz de su progenitora:

¡Qué voz más dulce! Gregorio se horrorizó al oír en cambio la suya propia, que era la de siempre, sí, pero que salía mezclada con un doloroso e irreprimible pitido, en el cual las palabras, al principio claras, confundíanse luego, resonando de modo que no estaba uno seguro de haberlas oído.9

La metamorfosis se manifiesta también en el discurso. Es obvio que el actual Gregorio no va a expresar los mismos conceptos que el anterior. El de antes era sumiso, sometido, obediente; el de ahora es rebelde y opuesto a todos los esquemas del pasado. Si llegáramos a creer que el personaje acepta su actual condición y la defiende hasta el extremo de continuar actuando en forma eficaz, entonces tendríamos que aceptar la absoluta falta de rebeldía en Gregorio. Pero los hechos no suceden así: Gregorio quiere salir de su habitación, es cierto, pero su conciencia rebelde se lo impide.

Por su parte, el padre procede con desconfianza, pero no adopta aún actitudes terminantemente violentas. Le dice: "Gregorio, ¡Gregorio! ¿Qué pasa?"10

La hermana está muy preocupada. Parece presentir lo que ha sucedido. Kafka establece:

Mientras tanto, detrás de la otra hoja, la hermana lamentábase dulcemente: "Gregorio, ¿no estás bien? ¿Necesitas algo?11

Es obvio que la hermana manifiesta una actitud mucho más condescendiente. Se preocupa por el sujeto, por el hombre que hay en Gregorio. Le habla con dulzura y lo interroga acerca de su condición física. En el desarrollo del relato, podremos observar como Grethe se acerca válidamente a Gregorio y lo ayuda.

De todas formas, al analizar las dos salidas del personaje, retomaremos el tema de la relación familiar.

 

Primera salida de Gregorio.

Reacciones provocadas

Después de una intensa lucha del protagonista, primero por abandonar la cama y luego salir de la habitación, sus acciones se ven coronadas por el éxito.

Afuera lo esperan el padre, la madre, y el principal del almacén en donde trabaja. Ha generado una inmensa expectativa por todas las razones ya expuestas. La puerta se abre lentamente y él queda oculto detrás de una de las hojas de la misma:

Este modo de abrir la puerta fue causa de que, aunque franca ya la entrada, todavía no se le viese. Hubo todavía de girar lentamente contra una de las hojas de la puerta, con gran cuidado para no caerse bruscamente de espaldas en el umbral.12

El primero que ve a Gregorio es el principal:

Cuando sintió un ¡oh! del principal, que sonó como suena el mugido del viento, y vio a este señor, el más inmediato a la puerta, taparse la boca con la mano y retroceder lentamente, como impulsado mecánicamente por una fuerza invisible.13

La reacción del principal resulta no sólo impactante, sino que se justifica plenamente a la luz de lo que representa para él la metamorfosis de Gregorio. Ha visto que su objeto útil se rebela descaradamente contra el mundo organizado que él simboliza. No puede tolerar semejante actitud. Si todos sus empleados procedieran como el joven Samsa, el desorden y el pánico se apoderarían de los defensores de la gran empresa.

La madre olvida la presencia del principal, pues, aun despeinada como se encontraba, se presenta e intenta adoptar y mantener una actitud de consideración y respeto hacia el hijo enfermo.

Miró primero a Gregorio, juntando las manos, avanzó luego dos pasos hacia él, y se desplomó, por fin, en medio de sus faldas esparcidas en torno suyo, con el rostro oculto en las profundidades del pecho.14

La madre es una mujer débil, de ahí que su proceder responda a esquemas tradicionales. Gregorio, en su nueva modalidad existencial, ha escapado a estos esquemas y, como consecuencia de ello, la madre se siente impotente.

Destacamos que se atreve a mirar frente a frente a su hijo, pero lo que ve en él le provoca horror y desesperación; a pesar de esto, avanza hacia donde está el ser amado, pero lo hace con tan poco convencimiento que, no pudiendo soportarlo, se desmaya.

El padre, consternado, reacciona en forma distinta:

El padre amenazó con el puño, con expresión hostil, cual si quisiera empujar a Gregorio hacia el interior de la habitación; volvióse luego, saliendo con paso inseguro al recibimiento, y, cubriéndose los ojos con las manos, rompió a llorar de tal modo, que el llanto sacudía su robusto pecho...15

Este hombre vive también la situación de impotencia como consecuencia de lo imprevisto de todo lo sucedido. Pero él es el más violento. Siente que la rebeldía de su hijo es injusta y por eso comienza amenazándolo con los puños. Desea hacerlo regresar al sitio de donde salió transformado en un animal repulsivo; quiere que nadie lo vea así y, menos aún, el principal. No se decide a adoptar medidas inmediatas; al contrario, se aleja hacia el recibidor, donde rompe a llorar en una actitud netamente contrastante con su condición física.

Gregorio trata de hablar como si nada hubiera sucedido y promete regresar inmediatamente al trabajo. Todos saben que esto es imposible, y más aún lo conoce el principal quien, lentamente, retrocede hacia la escalera, atemorizado. El joven está realmente solo ante un mundo que no lo comprende. Añora la presencia de su hermana quien ha salido en busca de ayuda.

En ese momento la madre recobra el conocimiento por unos instantes para encontrarse de nuevo con el espantoso panorama. Grita, pide ayuda, suplica por alguien que le diga que todo lo que está pasando no es más que un sueño; en fin, procede de una manera explicable en el entorno de su condición de madre protectora. El café se derrama en la mesa en el mismo momento en que la mujer se refugia en los brazos del padre. Todo es caótico y, paradójicamente, Gregorio parece ser el único que conserva la calma. Centra su atención en el principal, quien al ver que Gregorio se dirige hacia él, abandona rápidamente la casa.

Es en este momento que el padre decide actuar en su carácter de defensor de la estabilidad familiar por lo cual, llevando en la diestra el bastón que el principal había olvidado y en la siniestra un gran periódico, se dispone a asediar al hijo enfermo, a obligarlo a regresar a la habitación.

El cuadro que se ofrece es grotesco: el padre, exaltado, da fuertes patadas en el suelo; Gregorio entiende que algo no anda bien e intenta desandar el camino para volver a su cuarto.

De esta forma, mientras la madre se había asomado a la ventana a pesar del tiempo frío, el padre actúa con la violencia que manifestaba una absoluta incomprensión hacia su hijo. Los silbidos salvajes que escapaban de su boca llenaban el ambiente. El protagonista retrocedía como podía. No acostumbrado a su actual condición, tenía dificultades para moverse. Finalmente lo consigue y el padre lo ayuda con el extremo del periódico.

Cuando Gregorio ha caído dentro de la habitación, su progenitor cierra la puerta, acción presentada por el narrador con el comentario de que: "Todo volvió por fin a la tranquilidad".16

Quedan expresadas en este pasaje, las incompatibilidades existentes entre padre e hijo. Si recordamos aspectos de la biografía del autor, sabremos que la relación entre ambos se caracterizó no sólo por un alejamiento espiritual, sino también por las constantes imposiciones de un padre dominante y cruel.

La cita inmediata anterior, demuestra que la única forma de reconciliación entre Gregorio y su familia consiste en el aislamiento, en la definitiva desaparición, si ello fuera posible.

Los hechos posteriores muestran la vida del joven Samsa en su condición de insecto. La hermana se preocupa por él y manifiesta así la clásica actitud del adolescente generoso. Ha tomado a su hermano como una causa propia que ella debe sacar adelante.

En cierta ocasión la hermana nota que la habitación resulta chica para Gregorio y decide retirarle algunos muebles con el fin de dejarle más espacio. Su intención es buena pero no ha comprendido que hacerlo significa despojarlo de lo que más quiere. Lo dicho constituye el antecedente de la segunda salida.

 

La segunda salida de Gregorio

La hermana pide ayuda a su madre para comenzar a retirar los muebles mencionados. Ésta ingresa al cuarto en el bien entendido de que no verá a Gregorio: su solo aspecto la espanta. Comienza la tarea que cumplirán las dos mujeres:

Y Gregorio oyó cómo las dos frágiles mujeres retiraban de su sitio el viejo y harto pesado baúl, y cómo la hermana, siempre animosa, tomaba sobre sí la mayor parte del trabajo, sin hacer caso de las advertencias de la madre, que temía se fatigase demasiado.17

El acto de Grethe, bien inspirado y razonable, significa sin embargo un paso más en el proceso de degradación en la situación de Gregorio. Hasta ahora la presencia de los muebles en el cuarto equivale, de algún modo, a una esperanza. Quitarlos representa romper definitivamente con el pasado, aceptar para siempre y como parte de la familia a este taciturno y nauseabundo insecto que es ahora el protagonista. En alguna medida, los muebles de Gregorio constituyen un nexo entre el mundo del joven Samsa y el que está más allá de la puerta.

Kafka, pues, va destruyendo, primero por eliminación -la habitación queda desierta- y luego por transformación -se convierte en un sucio desván para los trastos-, el viejo dormitorio de Gregorio, que cada vez es más autónomo del resto de la casa.

Gregorio, por su parte, piensa que la vida monótona de esos dos meses ha perturbado su mente. Aclaramos que no hay en verdad perturbación, sino cambio: él acepta ahora que su habitación esté vacía y lo acepta porque está pensando como insecto. A medida que la metamorfosis progresa, Gregorio piensa y actúa y siente cada vez menos como hombre.

Mientras las mujeres vacían la habitación, Gregorio se mantiene prudentemente oculto. Pero cuando advierte lo que realmente sucede -que se llevan todo cuanto ama- una ola de recuerdos y nostalgias le hace reaccionar. Un cuadro -ya mencionado en el desarrollo del análisis-, adquiere súbitamente importancia fundamental para el protagonista, quien trepa por la pared y se adhiere fuertemente al vidrio del mencionado cuadro, en un típico acto de posesión y deseo al no permitir que le arrebaten lo que no quiere perder.

Pese a los esfuerzos de Grethe la madre lo ve y cae desmayada. En ese preciso instante, y como consecuencia de lo sucedido, la hermana abandona toda tentativa de comprender a Gregorio, se pone de parte del mundo "normal" y llega a increpar duramente a su hermano: "¡Ojo, Gregorio! -gritó la hermana con el puño en alto y enérgica mirada".18

En la tercera parte de la obra, en un breve discurso, Grethe ha de asegurar que ese insecto repugnante no es, no puede ser su hermano. El proceso de alejamiento, que ahí culmina, ha empezado ya.

Con extraordinaria habilidad, Kafka, por medio del narrador, saca a Gregorio de su cuarto y quedan solas en él la madre y la hermana. La inesperada presencia del padre viene a complicar las cosas. La hermana sólo alcanza a decirle al padre que la madre se ha desmayado y que Gregorio ha escapado.

Es ésta la primera vez que Gregorio ve a su padre después de la transformación sufrida por este último al tener que cargar sobre sus hombros la responsabilidad de la casa. Lo encuentra muy cambiado; el padre también ha sufrido una metamorfosis: está más joven, más enérgico, súbitamente repuesto.

Su progenitor trata entonces de hacerlo regresar a su habitación. Comienza el bombardeo de las manzanas, otro pasaje digno del mejor de los grotescos. No es que en un arrebato el padre arroje unas manzanas a su hijo, sino que se aprovisiona de ellas y las lanza fría y sistemáticamente sobre su enemigo. La última se incrusta sobre el lomo de Gregorio: allí permanecerá descomponiéndose, hasta el final.

Herido, Gregorio encuentra por fin la puerta que se vuelve de pronto salvación ante los embates de su progenitor, y se precipita a su cuarto.

El pasaje termina con una fugaz visión: la madre, ya recuperada, abrazando al padre le suplica perdone la vida de su hijo. Es un final casi teatral, pero de todas formas recatado y eficaz.

Así pues, hemos constatado cómo comienza en la tercera parte de la obra un proceso rápido de agravamiento de la enfermedad de Gregorio que concluye con su muerte. La sirvienta es quien descubre el cuerpo y los convoca a todos para que vean como "reventó". La familia recibe la noticia como una verdadera liberación. Todos resuelven consagrar ese día al reposo y al paseo.

El relato concluye con la certeza de que una vida nueva se inicia para todos. Al observar las formas juveniles de Grethe, parece renacer una esperanza fundamentada en esta hija que les ha quedado a pesar de la pérdida de quien en otro tiempo fuera el sostén y la alegría de la casa.

Gregorio representa la imagen del héroe contemporáneo, traumatizado y abandonado por la sociedad a la cual había servido durante tanto tiempo. El movimiento del personaje en el desarrollo de la novela, se da en tres planos: Gregorio y el círculo familiar, Gregorio y el aspecto laboral regido por el sometimiento, y Gregorio y el resto de la sociedad, caracterizada por la exclusión del personaje.

Como elementos válidos a los efectos de las conclusiones que estamos analizando, sirve subrayar el carácter de este hombre que sufrió y luchó por un mundo que le volvió la espalda en el momento en el que más lo necesitaba. A nivel familiar es donde se dan los hechos más dolorosos, según hemos argumentado.

Por último, Gregorio llega a desconocerse a sí mismo. La sociedad lo ha herido hasta tal punto que ni siquiera le deja la opción de sentirse en paz con su propia e individual condición.

 

Notas:

[1] Martin Walser. Descripción de una forma. Ensayo sobre Franz Kafka. (Trad. H.A. Murena y D. Vogelmann). Sur, Buenos Aires, l969, p. 89.

[2] Marthe Robert. Acerca de Kafka. Acerca de Freud. (Trad. J.L. Jiménez y J. Pomar). Anagrama, Barcelona, 1970, p. 34.

[3] Ibidem, p. 35.

[4] Marthe Robert. Kafka. (Trad. C.A. Payard). Paidós, Buenos Aires, 1970, p. 113.

[5] Cfr. apud. Miche Carrouges. Kafka contre Kafka, Libraire Plon. Paris, 1962.

[6] Franz Kafka. La metamorfosis. Losada, Buenos Aires, l970, p. 15.

[7] Idem.

[8] F. Kafka. La metamorfosis, Losada, Buenos Aires, 1970, p. 18.

[9] Idem.

[10] Idem.

[11] Idem.

[12] Ibidem, p. 28.

[13] Idem.

[14] Ibidem, p. 29.

[15] Idem.

[16] Ibidem, p. 24.

[17] Ibidem, p. 47.

[18] Ibidem, p. 51.

 

BIBLIOGRAFÍA

Carrouge, Miche. Kafka contre Kafka, Paris, Libraire Plon., 1962.

Kafka, Franz. La metamorfosis, Losada, Buenos Aires, 1970.

Marthe Robert. Kafka. (Trad. C.A. Payard). Paidós, Buenos Aires, 1970, p. 113.

Martin Walser. Descripción de una forma. Ensayo sobre Franz Kafka. (Trad. H.A. Murena y D. Vogelmann). Sur, Buenos Aires, l969, p. 89.

 

© Luis Quintana Tejera 2002
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero20/metamorf.html

jueves, 19 de noviembre de 2020

El misterioso retrato de Dorian Gray. Luis Quintana Tejera.

 

El Retrato de Dorian Gray Oscar Wilde.

Análisis y comentarios. 

“Todo arte es completamente inútil” 

por Luis Quintana Tejera

Introducción.

Desde el título se perfilan dos aspectos destacables del tema: lo fáustico y el análisis de la novela de Óscar Wilde (1854-1900), El retrato de Dorian Gray (1890). Para desarrollar el segundo de los elementos se requiere un conocimiento básico del primero al tener en cuenta que la dimensión fáustica ha sido planteada a nivel autoral de manera reiterada en la historia de la literatura y qué no decir de la bibliografía crítica que se ha elaborado al respecto. Todo ello obliga a presentar reflexiones teórico prácticas en torno a estos factores. Vayamos por partes. 

Lo fáustico, antecedentes 

Abarcar los diversos aspectos que conforman la literatura fáustica sería casi imposible en el marco de una presentación que sólo pretende analizar este planteamiento en la obra de Wilde aludida en el título del ensayo. Nos conformamos con indicar elementos representativos y que inequívocamente permiten perfilar los rasgos de este enfoque. El primer aspecto que no podemos pasar por alto, se relaciona con la búsqueda insaciable del ser humano que no cesa nunca; esa indagación constante pretende dar respuesta a las eternas interrogantes del estudioso de todas las épocas, hallar el misterio de la fecundación como decía Fausto en Goethe, encontrar también la fuente de la vida, descubrir cuál es el secreto para permanecer eternamente joven como lo programa Dorian Gray, entender por qué la sustancia del hombre es tan poco representativa que se agota en los primeros intentos por superar su mediocre condición; es decir, ir tras la búsqueda de todo aquello que golpea nuestro cerebro, porque la peor trampa en la que el individuo humano llega a caer la proporciona la misma naturaleza pensante que lo caracteriza y define y que lo programa para no estar nunca satisfecho con sus logros. José Enrique Rodó en la parábola titulada “La pampa de granito” ofrecía el ejemplo de aquel viejo imperturbable que obligaba a tres niños flacos y ateridos a abrir la roca con sus dientes, depositar tierra y plantar un árbol; y esta acción se iba cumpliendo cíclicamente y sin pausa alguna, porque no era suficiente con un solo árbol, se requerían muchos y muchos más, hasta el infinito. Ese viejo terrible es nuestra voluntad y los tres niños nuestras débiles potencias, explica el autor (Rodó, 1953). En segundo término, ese mismo hombre comprende inmediatamente que él no posee las herramientas mínimas imprescindibles para cumplir con tal tarea y, si bien le es posible acceder al conocimiento mediante el estudio diligente de las diversas disciplinas, llega un momento en que todo lo aprendido no será suficiente 36 para llenar la enorme necesidad de saber que lo domina. Es aquí cuando decepcionado del conocimiento positivo se entrega a otras búsquedas menos ortodoxas, pero más convincentes, hallando en el terreno de la magia, primero y en el de la religión después, un sitio propicio para intentar saciar su sed de saber. Cuando la magia lo defrauda dirige su mirada hacia el lado henoteísta de la religión en donde se halla el mal, como una fuerza difícil de combatir por aquellos que lo rechazan, pero ampliamente propicia para quienes esperan de él la solución que todas las demás disciplinas le han negado. El equívoco pacto demoníaco es el ingrediente básico de la propuesta fáustica y mediante esta alianza el hombre aspira a alcanzar todo lo que la ciencia y la magia no pudieron concederle. Son muchos los enfoques fáusticos que la literatura nos ofrece; en el renacimiento vislumbrando al barroco, Shakespeare y Marlowe; en el siglo XVIII, Lessing y Goethe; en el XX Thomas Mann y en la literatura latinoamericana, Estanislao del Campo, Juan José Arreola, Carlos Fuentes, Roberto Bolaños, García Márquez y Édgar Brau, son algunos ejemplos tan solo de creadores que han desarrollado este tema. No podemos dejar de mencionar que la moneda de cambio que el ser humano ofrece al demonio por sus servicios es su propia alma y, mediante esta donación, el hombre deja de ser dueño de su voluntad, pierde la libertad y sólo espera alcanzar todo aquello que aspira para enmarcar con ello su propia felicidad. Creemos que la afamada frase que pronuncia el Fausto goetheano contiene la esencia de lo planteado aquí. Afirma Fausto: “Cuando pueda decirle al minuto fugaz, detente instante, eres tan bello, te habré entregado mi alma”(Goethe, 1985: 43). La simultaneidad en el instante es la clave, conseguirlo parece ser, a su vez, el imposible añorado. En cuanto al destino de los diversos personajes que llevan este nombre la situación se presenta diversificada; algunos autores lo condenan y castigan (Marlowe y Skakespeare), otros lo perdonan 37 (Goethe) y otros más lo obligan a continuar viviendo después de haber dimensionado la inenarrable experiencia (Carlos Fuentes). Cronológicamente, el tema fáustico aparece ya en la edad media (Spies tiene el controvertido prestigio de haberlo desarrollado por primera vez), continúa en el renacimiento, madura en el siglo XVIII, se consolida en el XX y no falta su presencia en el XXI. Todo ello a reserva de que la dimensión del tema supera en mucho cualquier intento de clasificación. En el devenir del pensamiento, la problemática de Fausto se asocia preferentemente con el escepticismo en el contexto de la teoría del conocimiento, y halla en el romanticismo un lugar para habitar con representatividad creciente; en lo relativo al primer aspecto, ellos piensan que negar conduce al saber; creer que se sabe lleva a la decepción más cruel —es la lucha eterna entre el escepticismo y el dogmatismo—. En lo tocante al segundo punto, el romanticismo debe concebirse —en nuestro contexto al menos— no como una corriente literaria, sino como un modo de interpretación de la realidad, como una manera de sentir el alma y de vibrar con ella en cada encuentro con el misterio.

La novela: Retrato de Dorian Gray 

Esta obra aparece publicada por primera vez en Lippincott’s Monthly Magazine en 1890 y, un año después, en abril de 1891, se publica en el formato de libro. En su momento provoca una gran conmoción de crítica y público, pero alcanza un éxito indiscutible, sellando el verdadero comienzo de la popularidad de Óscar Wilde. Desde el punto de vista teórico los aspectos que resaltamos tienen que ver con los elementos textuales y con la técnica de estilo que tan magistralmente maneja el escritor. Desde la óptica del narrador, el relato es omnisciente con una permanente cesión de la voz narrativa a sus personajes, aun cuando el diálogo de los protagonistas manifiesta una tendencia a ocupar todo el espacio del relato. La voz es heterodiégetica en lo que refiere a la ausencia del narrador de la historia contada; pero debe consignarse que los juicios de carácter moral, social, filosóficos que aparecen en varios momentos del relato corresponden a una voz autoral que no se resigna quedar fuera de la anécdota y que recurre a lo que bien podríamos denominar como una homodiégesis implícita. En lo que corresponde al inicio se trata de un relato in medias res, es decir “en mitad del asunto”; cuando la voz comienza a expresar sus ideas, mucho ha acontecido ya y, en el desarrollo de la narración, han de complementarse los contenidos e ideas que integran la totalidad de la trama. Puede observarse que el tema central se relaciona con el retrato que Basil ha de hacer a Dorian. Al comienzo, concretamente en el capítulo II, Gray posa para el pintor y, en el capítulo final, el personaje lleno de ira, apuñala el cuadro. Atendiendo a estos hechos, constatamos que la novela empieza y termina con la referencia inequívoca del mismo tema; por lo tanto, el esquema que se ofrece a nuestra consideración es el de la serpiente que se muerde la cola —el uróboros— y que personifica también el eterno retorno de Dionisos y la angustia de Sísifo en el mito que a él refiere. Por otro lado, en la edición madrileña de Aguilar aparece el “Prefacio del artista” firmado por Basil Hallward, lo cual representa un verdadero juego lúdico por parte del escritor y revela esa necesidad autoral de recrear situaciones y acontecimientos insólitos partiendo del escenario de papel de la novela e insertándose en el mundo real propiamente dicho. Sigue en seguida, el prefacio en donde el autor vuelca todo su escepticismo y sus teorías nihilistas sobre el arte creador. Luego están los veinte capítulos a través de los cuales se desarrolla la historia de este dandy trasnochado, concupiscente y mortal a pesar de su búsqueda de la eternidad. Dorian Gray, narcisismo en acción Es más que evidente la intención fáustica de Óscar Wilde cuando compone esta novela. Son varios los temas que el narrador se propone tratar y lo llevará a cabo desde una perspectiva artística en donde el ideal y la realidad, la búsqueda y la pérdida se armonizan en un mundo frívolamente descompuesto en el cual habita su personaje. En el contexto de los temas mencionados destacan los siguientes: el supuesto ideal de la juventud eterna, los placeres de cada día, las vivencias irreconciliables con la cotidianidad, la belleza de los otros, la propia belleza, el buen gusto estético, la misantropía de la mano con la misoginia, el agnosticismo como necesaria presencia metafísica, el desafío de todo aquello que nos pueda llegar a alejar del bont vivant francés y del dolce far niente italiano, el carpe diem llevado al extremo en donde el hombre cree descubrir la razón de ser de su existencia; todo ello expresado mediante la fugaz palabra y en el marco de un aburrimiento existencial, de un auténtico taedium vitae que recorre las páginas de este libro. Me detengo brevemente para explicar el alcance del concepto “tedio” elevado a categoría trascendente. “El tedio es aburrimiento, disgusto, falta de atracción por la vida…, está cargado de subjetividad y cada individuo tiene su propia forma de sentirlo, de padecerlo y, por lo tanto, de connotarlo” (Zúñiga, 2007, www.tediumvitae.com/revista/no-6/elogium-del-taedium-vitae). En la historia del pensamiento literario han trascendido los términos ennui del francés y spleen del inglés y con ellos se designa a ese malestar anímico al que hacíamos referencia. Ya en el siglo XVII Racine en su tragedia Berenice utiliza la palabra ennui para referir al aburrimiento que devora a su personaje. Baudelaire en Las flores del malalude al mismo concepto; el poeta señala en un verso ya famoso de la composición “Al lector” de Las flores del mal: (Un monstre qui) “et dans un bâillement avalerait le monde” (Un monstruo que con un bostezo se comería al mundo). Y Baudelaire conoce en carne propia esta idea, la ha sufrido y, por ello, se identifica con su lector a quien llama: “—Hypocrite lecteur,— mon semblable,—mon frère!” (Baudelaire, 2013: 58). 

La novela: Análisis de pasajes representativos 

Dividimos esta obra para su comentario en tres grandes momentos. El primero comienza con el prefacio y continúa con los capítulos I al VII inclusive. Es la etapa de auto reconocimiento del personaje a partir del cuadro que su amigo ha elaborado; quiere pensarse a sí mismo —en este contexto— como un hombre normal con aspiraciones legítimas. Es así que conoce a Sibil Vane, se enamora y después de la pésima actuación teatral de ésta la abandona, expresándose en términos muy crueles. El segundo inicia con el capítulo VIII y llega hasta el XVII. Se incluyen y desarrollan varios temas entre los que destacan: el suicidio de la joven actriz, el asesinato de Basil, el diálogo permanente del protagonista con su retrato; todo ello en medio de la existencia disipada de Dorian Gray y de un ir y venir de situaciones diversas en donde el ennui constituye un referente sustancial en el marco del cual se mueve el personaje huyendo siempre de la monotonía de aquellos instantes. El tercero, incluye los tres capítulos finales, en donde prevalecen situaciones existenciales que reflejan el hondo desasosiego del personaje. Primera parte: prefacio y capítulos I al VII Prefacio Está firmado por Óscar Wilde y refleja los puntos de vista tan certeros en relación con el arte de escribir y con el arte en general. Desde que nos preguntamos qué es literatura y qué es la creación, incursionamos en un terreno polémico en donde la confusión reina; hay obras canonizadas y otras tan populares que se venden por millones. ¿Cuáles son las extrañas reglas que rigen el canon literario? Si algo sabemos es que el gusto de la gente no permite, en la mayoría de las ocasiones, definir el alcance estético de la obra de arte. Y esto no lo decimos porque los clásicos sean poco frecuentados, sino porque los intereses del gran público se rigen por patrones diferentes (entretenimiento, diversión, impacto, proyección al interior de cada uno; supuesta autoridad de quien escribe que llega a sugerirnos modelos de vida y, lo que es peor, nos parecen excelentes y adecuados a nuestras necesidades; esparcimiento y regodeo en aquello que leemos y, como si con esto no fuera suficiente, nos encanta la aparente novedad del supuesto mensaje que llega cargado de mal gusto y que pervierte la natural inclinación del hombre por lo bueno y lo agradable). No negamos que hay mafias que imponen autores, pero no nos dejemos engañar al extremo de aplaudir aquello que deberíamos repudiar. La mercadotecnia no es arte o, al menos, no lo es en la medida en que se transforme en un fin y deje de ser un simple medio. Éstas y otras nociones se transparentan en el discurso de Wilde y para comentarlas escogeremos cuatro ideas del prefacio. 1.“Revelar el arte y ocultar el artista es el fin del arte” (Wilde, 2008: 7). (En las citas que siguen de esta misma obra sólo incluiremos el número de la página). El término “revelar” alude al acto de quitar la máscara, dejar ver, correr el velo y, nada más representativo, que el escritor manejando la materia narrativa de un modo distintivo y trascendente. Por ello, para mostrar ese arte se requiere ocultar al artista; se niega así toda forma de protagonismo, porque quien escribe debe saber que lo realmente importante es su escritura y no su persona; una muestra de lo anterior es que la crítica literaria se mueve de manera objetiva y sólo recurre a las biografías cuando es estrictamente necesario; para esta disciplina el texto es lo relevante. 2.“Un libro no es nunca moral o inmoral. Está bien o mal escrito. Eso es todo” (7). No debemos confundir las categorías éticas con las estéticas; el que escribe no pretende ni debe dar lecciones de moral; otras disciplinas se encargarán de ello. Por lo tanto, no corresponde creer 42 en un texto que pretenda enseñarnos reglas para el buen vivir, como no corresponde escandalizarnos cuando descubramos en ciertas obras mensajes no convencionales. La literatura que tiene como función educar, no es literatura y queda circunscrita al pobre entorno momentáneo del mensaje de conveniencia que se reviste de fórmulas intrascendentes. Otras formas de escritura se dedican a ello y la llamada “literatura basura” abunda en ejemplos al respecto. En resumen, todo se resuelve en aquello de “está bien escrito o no lo está”. No importa el autor o el grupo que lo apoya; sólo interesa la calidad del material que nada tiene que ver con otras circunstancias ajenas a él. 3.“Ningún artista es nunca morboso. El artista puede expresarlo todo”. (7). En esencia, el artista cualquiera sea su procedencia o forma de expresión, no puede catalogarse como morboso; simplemente “es” y en este su “ser” radica la posibilidad de expresarlo con la exactitud y el alcance adecuado. Su función en la vida radica en esa materialidad que al manifestarse lo define. 4.“Todo arte es completamente inútil” (8). En fin, “El arte es inútil” y esta apreciación parece negar todo lo dicho anteriormente. Cabría ponernos de acuerdo en qué entendemos por “inútil”; no se debe dar a esta expresión tan sólo un alcance pragmático; la inutilidad del arte es una razón de ser para ese mismo arte. Leemos una novela, por ejemplo, y nos queda la satisfacción de haber recorrido sus páginas con emoción, alegría, tristeza, algo de aburrimiento, emociones encontradas, en resumen, nos ha dejado cierta paz interior, pero, ¿qué hemos ganado? Materialmente nada, y es en este sentido que se aplica el término “inútil”, no obstante, al tener conciencia de que esa lectura cambió algo en nosotros, es cuando comprendemos que la creación no posee un sentido cuantitativo y que la faceta cualitativa es la que más predomina en mi relación con el texto. Un cuadro de Picasso, es tan sólo un ejemplo, puede llegar a valer una fortuna, 43 pero este valor escapa por completo al dominio del arte y se transforma en un factor material que únicamente los comerciantes del arte persiguen y cuantifican; en cambio, para un sujeto víctima del síndrome de Stendhal no habrá dinero alguno que equivalga a la emoción que él siente al contemplarlo. Los capítulos: I al VII Se resumen a través de varias notas representativas que sumadas todas ellas configuran las facetas iniciales de la trama. Éstas son: presentación de los tres personajes que constituyen el eje central del desarrollo conceptual y que se iluminan mutuamente al tiempo que ellos intentan comprender al universo en que habitan; Dorian da inicio a su morbosa relación con el cuadro que reproducirá su figura y, en el acto de posar para el artista, se abre la puerta al misterio; se incluyen dos metadiégesis que sólo tendrán importancia en la medida en que mediante ellas podamos iluminar mejor el perfil de Lord Henry; la experiencia fáustica del amor se ofrece en el momento en que Dorian conoce, admira y se enamora de Sibyl Vane; pero todo es pasajero debido a que el protagonista no puede encontrar la experiencia trascendente que le revele la eternidad en el minuto momentáneo; llega el momento trágico en el cual reconoce que Sibyl sin su arte es nada y cuando ella renuncia al arte dramático él renuncia a ella también. Veamos cada una de estas facetas. En primer término, Henry Wotton, Basil Halward y Dorian Gray son los personajes principales del relato cuya presentación aparece en el capítulo I. En ellos se materializan características proverbiales que nos autorizan a hablar del cinismo de Lord Henry, la realización artística de Basil y el narcisismo de Dorian; no son éstas las únicas notas que los definen, pero nos permitirán acercarnos a ellos en una primera observación que se irá nutriendo luego con los elementos agregados en el devenir del análisis. En lo tocante al estilo, se habla de Gray en ausencia, quien aparecerá en escena al comienzo del capítulo II, para confirmar con su presencia muchos de los conceptos expresados por la admiración de Basil hacia él. Este último aspecto merece ser comentado brevemente. Basil habló de Dorian y manifestó la emoción que lo embargaba desde que lo conociera. Se apasiona con el retrato que está pintando y desearía que Gray existiera únicamente para posar ante él. Por eso le dice a Lord Henry: Dorian Gray es mi más querido amigo —le dijo—. Tiene un carácter sencillo y bueno. Su tía tenía razón cuando habló de él. No le eche usted a perder. No intente influir sobre él. Su influencia le sería dañina. El mundo es muy grande y hay en él mucha gente maravillosa. No me arrebate a la única persona que da a mi arte todo el encanto que pueda poseer; mi vida como artista depende de él. Cuidado, Harry, confío en usted. (23-24). De la atenta lectura del capítulo I puede deducirse sin temor a equivocarnos, que la relación entre Halward y Dorian se ha erotizado, al menos desde la perspectiva del pintor, quien así lo da a entender. Los une una inmensa amistad que ha despertado en Basil admiración primero, deslumbramiento después, para terminar en un sentimiento impreciso que mucho se parece al amor. Es por ello que expresa una actitud posesiva hacia su modelo a quien denomina, mediante un eufemismo piadoso: “Mi más querido amigo”. Y le advierte a Harry que no intente influir sobre él. Se adelanta de este modo una de las notas representativas de este aristócrata desencantado de la vida y desdeñoso del amor: su capacidad de entrar en la conciencia del otro para hacerlo mover y actuar a su antojo. Las herramientas principales de Lord Henry son la palabra y su carisma. Y esta advertencia termina funcionando como una prolepsis implícita pues Harry entrará en el intelecto de Dorian, lo educará y le mostrará cuál es el mejor camino que le toca seguir. Obsérvese también el lenguaje hiperbólico: “la única persona que da a mi arte todo el encanto”; “mi vida como artista depende de él”. El sentimiento de los celos emerge aquí de un modo destacado y resulta disfrazado mediante una premeditada advertencia dirigida a Lord Henry. En estos personajes descubrimos tres símbolos que el propio Wilde reconoció: Basil es Óscar Wilde, un artista que busca absurdamente la verdad en su arte; Lord Henry representa lo que el mundo cree que es y Dorian Gray, lo que el propio Wilde quisiera llegar a ser, aunque le falta el valor para concretarlo. Subrayo el hecho de que las afirmaciones anteriores corresponden al área biográfica; como resultado del análisis pueden ser aprobadas o, desaprobadas a la luz de lo que el texto llegue a expresar. Adelantamos que Basil es un pobre modelo si se le compara con el autor; Lord Henry, revestido con procacidad y descaro, representa tan sólo una mínima parte de lo que Wilde llegó a ser y, Dorian no es para nada el ideal soñado por el autor; se halla demasiado lleno de sí mismo como para dejar algún espacio que podría llegar a ocupar Óscar Wilde. Paralelamente, Dorian posando para Basil es la representación máxima del narcisismo. Se inicia aquí el juego de espejos que continuará durante toda la novela, hasta concluir con la agresión final del personaje contra el cuadro. A su vez, la atracción que Basil concibe por Dorian, éste la siente por Lord Henry; en el momento de subir a la plataforma para posar como si fuera una divinidad griega: Dorian Gray subió a la plataforma con el aire de un joven mártir griego, haciendo una mueca de descontento a Lord Henry por quien sentía ya bastante inclinación. ¡Era tan distinto de Basil! Hacían un contraste delicioso. ¡Y tenía una voz tan atractiva! (27). Las simpatías se despliegan expresando así el movimiento narrativo que nos conduce de un personaje a otro, mientras la mutua atracción se materializa. La palabra es quien los une por sobre todo otro elemento que pudiera ofrecerse. Dorian ha sido advertido por Basil de que Harry “Ejerce una mala influencia sobre todos sus amigos”, y el pequeño Adonis retoma este tema y le pregunta al aristócrata: “— ¿De veras ejerce usted mala influencia, lord Henry?” (27), y el carismático personaje le responde con una capacidad maravillosa de abstracción mientras aborda el tema solicitado por el muchacho. En síntesis, después de indicarle que no hay influencia buena subrayando que toda influencia es inmoral, habla del desarrollo individual como objetivo de vida e indica también que no hay que olvidar el más alto de los deberes: “El deber para consigo mismo”. En fin, la búsqueda del ideal griego es lo que puede salvar a la humanidad olvidando todas las enfermedades medievales. El pensamiento del autor comienza a imponerse y éste proviene de las palabras de Harry. La enfermedad medieval es el malestar de nuestra cultura; lo fue en el siglo XIX y lo sigue siendo en el XXI; sólo el bálsamo de lo griego nos puede redimir; pero en el marco de esta última afirmación nos asalta una idea: ¿Cómo lograrlo? Para conseguirlo se debe ejercer una larga paciencia que erradique de nuestra persona todos los vicios que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra existencia e imponga de nuevo las nociones de belleza que nos autoricen a mirar el sol radiante sin recelos y con alegría. Ahora bien, si Dorian representa el espíritu fáustico que se halla tras la búsqueda del ideal imposible de la belleza, lord Henry es el discurso que da pie a esta propuesta y Basil es el artista que la materializa. Los tres unidos en una misma naturaleza emprenden la exploración del universo, de su universo, para materializar sus aspiraciones. No lo conseguirán, pero en intentarlo radica el reto. Llegamos al momento en que el retrato ha quedado concluido y es este el preciso instante en que la concreción diabólica del pacto con las fuerzas metafísicas supremas, se cumple. El personaje reflexiona mientras un espíritu melancólico lo domina: — ¡Qué triste es! —, murmuró Dorian con los ojos fijos en su retrato—. — ¡Qué triste es! — Me haré viejo, feo, horrible. Pero este retrato permanecerá siempre joven. No será nunca más viejo que en este día de junio… ¡Si sucediera al contrario! ¡Si fuera yo el 47 que se mantuviese joven y el retrato el que envejeciera! ¡Por eso…, por eso…, yo daría cualquier cosa! ¡Sí no hay nada en el mundo que no diera yo! ¡Sería capaz de dar mi alma por ello! (37). Hay una voz interior que le dice a Dorian Gray que el espectáculo que está contemplando es muy triste; tiene la congoja del ennui francés y del spleen inglés; es el tedium vitae llevado a su máxima expresión desde el momento en que el protagonista se sabe partícipe lejano de un acontecimiento que él quisiera hacerlo totalmente suyo; es entonces cuando lo asalta la idea que lo perderá para siempre: “Si fuera yo el que se mantuviese joven”. Y agrega la frase que sella el pacto con esa potencia maléfica implícita en el relato: “Daría mi alma”. La entrega de su alma está sellada de este modo y Dorian no podrá echarse atrás, aunque lo deseara. Podemos observar también como las metadiégesis insertadas son la del tío de Harry primero y en seguida la de la mujer de Henry; ambas aparecen en los capítulos III y IV respectivamente. Representan estos textos valores ilustrativos que nos permiten asomarnos y tratar de entender a la sociedad de la época y sus controvertidos puntos de vista. Para complementar las nociones expresadas en torno al pacto diabólico, se presenta y desarrolla la experiencia fáustica del amor gracias al descubrimiento por parte de Dorian Gray de la joven actriz de teatro llamada Sibyl Vane. Dorian le revela su secreto a Harry, con quien los lazos de confidencialidad se acentúan cada vez más. El aristócrata relaciona inmediatamente “enamoramiento” con “boda” y le dice al respecto a Dorian: “No se case nunca con nadie, Dorian. Los hombres se casan por cansancio; las mujeres, por curiosidad; ambos quedan decepcionados.” (62). El juicio de valor sobre el matrimonio resulta bastante radical y rompe con los esquemas tradicionales. Al mismo tiempo, el discurso de lord Henry es terminante e interpreta al mundo y a los hombres desde una óptica personal e intransferible. Unos por 48 cansancio otras por curiosidad, pero el resultado es igual para ambos: quedan decepcionados. De igual manera su juicio lúdicamente misógino pretende revelar qué entiende él por el concepto “mujer”, dice: “La mujer es un sexo decorativo. Nunca tienen nada que decir, pero lo dicen de una manera encantadora”. “No hay más que dos clases de mujeres: las que no se pintan y las que se pintan. Las primeras son mujeres muy útiles. Si quiere usted tener fama de respetabilidad, no tiene más que invitarlas a cenar. Las otras mujeres son encantadoras, aunque cometen un error. Se pintan para intentar parecer jóvenes” (62). Con esta teoría tan sui generis sobre la mujer Gray estará en condiciones —lo digo sarcásticamente— de emprender su breve aventura de amor. Conoce a Sibyl en el teatro y se enamora de su cuerpo, pero queda mayormente prendado de su arte. Transparenta aquí una particular admiración del autor por la actividad teatral que proyecta en su personaje. No en balde volvemos a constatar que se trata de una novela dialógica y dramática al mismo tiempo. “Dialógica” por lo explicado a pie de página y “dramática”, porque cumple al mismo tiempo dos papeles fundamentales: el diálogo que recorre toda la novela que, aunque regido por el narrador es diálogo al fin, es decir, parte de la actividad teatral y, desde lo temático el drama se impone a través de las desgracias y conflictos humanos. Es importante observar que la realización del amor por parte del protagonista debe considerarse más como una experiencia estética que como una concreción afectiva. Él ve por primera vez a Sibyl cuando ella representa a Julieta en Romeo y Julieta de Shakespeare. El intertexto escogido se centra, en este momento, en la obra del poeta isabelino. Elegir a Shakespeare como referente revela por parte del autor de esta novela dramática no sólo buen gusto artístico, sino también esa admiración muy particular que siente por el genio del inglés. Comenta Dorian al aludir a la joven: 49 “Era la criatura más adorable que había visto en mi vida” (66), y agrega más adelante: “¿Por qué no me dijo usted que lo único digno de ser amado es una actriz” (67)? De esta manera parece postergarse el enamoramiento centrado en una mujer por el enamoramiento centrado en la mujer que representa la obra de un artista que se llama nada menos que Shakespeare. El relato que sigue nos muestra a Gray, el espectador, ensimismado con la labor artística de la joven; menosprecia por grotescos y elementales a los otros factores involucrados en la representación: una horrible orquesta, el grueso caballero entrado en años que representaba a Romeo, Mercurio era casi tan malo; en fin, “ambos resultaban tan grotescos como el decorado”. El contraste se impone cuando el protagonista continúa diciendo: ¡Pero Julieta!, Harry, imagínese usted una muchacha apenas diecisiete años, con una carita de flor, una menuda cabeza griega con trenzas castaño oscuro, unos ojos que eran fuentes violetas de pasión, labios como pétalos de rosa. Era la criatura más adorable que había visto en mi vida. (66). Esta descripción de la belleza corresponde al modelo romántico en donde prevalecen aquellos elementos físicos que se representan con imágenes (carita de flor, cabeza griega, labios como pétalos de rosa), el recurso metafórico está aquí al servicio del entusiasmo amoroso de quien profiere el mensaje. Adrián Leverkhun en Mann se enamora también de su arte y pacta con el diablo para llegar a componer la sinfonía perfecta; la figura de la única mujer que despierta en él atractivo pasional es una prostituta a quien posterga después del entusiasmo del momento. Fausto en Goethe ve a Margarita por primera vez en una calle y desea poseerla inmediatamente y después de amarla sólo queda el remordimiento. Rasero en Francisco Rebolledo, al experimentar orgasmos intensos padece terribles visiones; en fin, los testimonios de los personajes fáusticos citados son diversos, pero en todos ellos está latente la necesidad de conocer algo nuevo y el camino que les 50 ofrece la fémina, parece ser —al menos al comienzo— el único válido, aunque también predomina la necesidad artística, como lo expresamos líneas arriba, que coincide con la búsqueda del personaje de Wilde. La alegría de Sibyl Vane es perfectamente explicable, porque para ella la carrera teatral es sólo un medio para alcanzar el amor de alguien importante. Lo ha conseguido, pero no supo encontrar el modo de amarrar a Dorian a su corazón y cometió el gravísimo error de renunciar a su carrera cuando creyó que ya el joven aristócrata le pertenecía. La conflictiva romántica subyace en el personaje femenino también; a pesar de ser tan joven, ella vive anticipadamente la soledad del amor y el teatro es una distracción únicamente a la que se entrega con moderación mientras aguarda. El romanticismo es búsqueda, pasión desbordante, fantasía, idealismo, muerte y tragedia. Esta joven retrocede de su lograda realización creadora, su felicidad inicial y su idealismo en el amor, hasta la muerte auto provocada. El capítulo VII contiene el momento de la anagnórisis más cruel que funciona a modo de una doble acción, porque marca las vidas de Sibyl y de Dorian. Ella llega al escenario y parece haber comprendido momentos antes y en ese espacio que promueve la auto reflexión, que no le interesa el teatro; por lo tanto, se desempeña con frialdad; su fracaso resulta medido por los siguientes aspectos que nos permitimos sintetizar. . Sibyl mostraba un curioso desinterés. . Las pocas palabras que debía decir fueron dichas de una forma totalmente artificial. . La voz era exquisita, pero la entonación falsa. . Despojaba al verso de toda la vida que tenía. . Hacía insincera la pasión. . En la escena del balcón —la verdadera prueba para cualquier actriz— lo artificioso de su actuación fue insoportable. . Sus gestos resultaban absurdamente antinaturales: exageraba. 51 . Declamó con la desagradable precisión de una colegiala enseñada a recitar por un mal profesor de declamación. Las razones que fundamentan la mala representación son enumeradas con acierto por el narrador y constituyen un buen camino para entender qué es lo que no se debe hacer en el terreno artístico; es decir, en qué radica el buen gusto estético y de qué manera, la ausencia de éste, nos lleva a la vulgaridad. Desinterés, desempeño artificial, falsedad, exageración, desagradable precisión de una colegiala parecen ser las notas distintivas del proceder engañoso de un mal actor. En fin, su fracaso era evidente. Hasta el público vulgar e inculto había perdido el interés; y Dorian arriba así a su letal anagnórisis, cuando concluye que esta mujer no le interesa, de acuerdo con lo que él mismo le explicará a continuación. Es un buen momento para subrayar el carácter dialógico de la novela cuando los tres personajes dan o pretenden dar una interpretación diferente a este hecho. Dorian, ya lo sabemos, será implacable: no tolera el mal gusto y menos lo soporta cuando se trata de la mujer con quien pensaba compartir sus vivencias. Basil intenta disculparla: “Estoy convencido de que miss Vane se encuentra indispuesta” (105) y agrega otra nota que está expresada con poco convencimiento y que se origina como una máxima del hombre común: “El Amor es más maravilloso que el arte” (105). Con este criterio entenderíamos que, si una mujer ha despertado nuestro amor por ser bella, no importa que sea tonta y elemental. Lord Henry, por su parte ofrece el lado cínico de la interpretación: “Es verdaderamente adorable y, si conoce la vida tan poco como su profesión, será una deliciosa experiencia” (105). Quizás por ese temperamento misógino que lo domina no cree en la capacidad de realización artística de la mujer y sólo le asigna un lugar en la casa, al lado de su marido. Por lo anterior, el dialogismo resulta expresado por la falta de un pensamiento unilateral sobre los temas, desterrando todo tipo de radicalización al respecto. Así ocurrirá en el desarrollo temático del relato en donde Basil será el poeta, lord Henry el intérprete de la realidad desde un ángulo sarcástico y Dorian, el hombre que busca desesperadamente la eternidad sin saber que la superficial vivencia de los instantes, por intensos que parezcan ser, no se la pueden proporcionar. La revelación que golpea en lo más hondo el alma de Gray resulta expresada por la joven del modo que sigue: —Dorian, Dorian, exclamaba—, antes de conocerte el teatro era la única realidad en mi vida. Vivía sólo para el teatro. Creía que todo ello era verdad. Una noche era Rosalinda y otra Porcia. La alegría de Beatriz era mi alegría y las penas de Cordelia también eran mías” (107). Y agrega también: “Tú me has revelado algo más elevado, algo de lo que el arte es sólo un reflejo. Me has hecho comprender lo que es el verdadero amor” (107). Y termina diciendo la peor de las ideas, mientras propone un futuro sin horizonte alguno para la personal perspectiva del protagonista: Odio el teatro. Podría fingir una pasión que no siento, pero no puedo fingir una que me abrasa como el fuego” (107). Lo ha dicho todo y lo expresado se registra como una opinión más en el marco de la novela; lástima que este juicio de la muchacha sobre la vida y la profesión, se halle tan alejado del pensamiento de Dorian. El protagonista rompe con ella diciéndole toda la verdad que lo golpea por dentro: . “Has matado mi amor” […]. . “Ahora no excitas ni siquiera mi curiosidad”. . “Te amaba porque eras maravillosa, porque tenías talento e inteligencia, porque hacías realidad los sueños de los grandes poetas y dabas forma y substancia a las sombras del arte”. . “No quiero volverte a ver”. 53 . “Sin tu arte no eres nada”. . “Ahora eres una actriz de tercera con una cara bonita”. La respuesta se circunscribe en la poética fáustico—romántica del autor según la cual actitudes como las adoptadas por la joven atentan de muerte contra el amor. El amor no puede existir sin el arte, el amor no está en donde el discurso no lo expresa, el amor sólo sobrevive si lo alimentamos diariamente con el manjar de la cultura. El talento y la inteligencia deben estar al servicio de la creación y, esto lo dice, un poeta, un dramaturgo, un narrador, en fin, un artista integral; nadie mejor que él para entenderlo y transmitirlo. El lenguaje empleado tiende a lo hiperbólico, pero las posibles hipérboles que aquí se expresan se transforman en una cruel realidad cuando el protagonista no puede cumplir con sus sueños de arrepentimiento. Además, sin que él lo sepa, se encierra aquí también la enorme prolepsis de la separación: El “no quiero volverte a ver” se transfigura en una terrible verdad y, cuando el personaje quiere cambiar el rumbo que los acontecimientos han tomado, ya es demasiado tarde. Segunda parte: capítulos VIII al XVII En la segunda parte del relato Sibyl ya no está ni en la novela ni en la vida y Dorian aún no lo sabe. Este recurso que nos ubica en un personaje que ignora su futuro inmediato, aun cuando los hechos se han producido ya, es representativamente dramático. El hombre camina ciego hacia su destino y cuando se cree dueño de las situaciones los hechos le demuestran lo contrario. En el capítulo VIII el relato queda circunscripto al recurso del tempo lento; al despertar Dorian son las 13:15 hrs. y a las 15:15 aún no se ha movido de la cama. En ese lapso, mejor dicho, mucho antes, han sucedido los acontecimientos que llevaron a Sibyl a la muerte; el sino patéticamente travieso le anuncia a este Fausto que no sabe leer el futuro, lo que ya ha ocurrido; se lo anuncia de tres maneras diferentes: en primer lugar, una extraña sensación de haber to- 54 mado parte en alguna tragedia lo asaltó un momento, pero era como un sueño irreal. En segundo término, al observar el retrato, éste ha cambiado sus facciones, en las cuales puede verse una expresión de maldad. Y, por último, ha recibido una carta de Harry que no ha querido abrir todavía. Ahí están los tres elementos que anuncian la tragedia de la joven actriz: la premonición, el retrato envejeciendo, la misiva de lord Henry. Llega Harry a recorrer el velo del futuro y le comenta lo que ha sucedido. Dorian comprende en ese momento el grado de culpa que tiene en esos hechos y entiende también que ya no podrá pedirle a Sibyl que se case con él como lo había resuelto en esos minutos de soledad al despertar a las 13:15 hrs. Pero detengámonos en el cuadro: Se precipitó hacia el biombo y lo corrió. No; no se había producido ningún otro cambio en el cuadro. Sabía la noticia de la muerte de Sibyl antes que él mismo. Tenía conocimiento de los sucesos de la vida en cuanto ocurrían (128). Los elementos fantásticos se ponen a consideración del lector; el primer componente alarmante: el cuadro tiene vida y en él se reflejan los acontecimientos de la existencia de Dorian; este cuadro sabía del suicidio de la joven antes que el propio protagonista y, como lo había pedido Dorian en el pacto implícito con Satanás, el cuadro envejece, pero él no. El ritmo decadente de la vida parece no dañar a Gray y sí deja huellas en el cuadro que lo reproduce; pero sólo parece no dañarlo, porque en los términos del mencionado pacto Dorian había dicho que daría su alma por conservar juventud eterna y el destino le está cumpliendo su deseo, aun cuando lo hace de una forma engañosa. Dorian continúa en ese diálogo abierto con el cuadro; lo sigue mirando y es en este momento en que sella —ahora sí, conscientemente— el pacto definitivo con las fuerzas del mal. Expresa: Sintió que había llegado el momento de elegir. ¿O había sido hecha ya la elección? Sí, la vida lo había decidido por él —la vida 55 y su propia insaciable curiosidad por ella—, juventud eterna, infinita pasión, placeres sutiles y secretos, goces ardientes y pecados más ardientes aún…, iba a poseer todas estas cosas. El retrato soportaría el peso de su vergüenza: eso es todo. (129). La vida misma había escogido en su lugar; los goces a alcanzar se circunscriben en los términos de: eternidad, pasiones y placeres infinitos. ¿Tan poco vale un alma? De una manera genérica e imprecisa se indican los premios dados al hombre pecador a cambio de la donación de su alma y, mientras Dorian recibía la gratitud del destino, el retrato soportaría la carga de tanta maldad. Narrativamente hablando los acontecimientos se suceden de una manera rauda; Basil es el personaje destacado en el marco de los capítulos IX al XIII inclusive; en éstos Basil se siente asombrado de que Dorian haya reaccionado de la forma en que lo hizo — con indiferencia— ante el suicidio de Sibyl, le pide que le permita ver el cuadro y, por razones obvias, Dorian se lo niega; el cuadro sigue oculto en la habitación superior. En el capítulo XII Basil vuelve a aparecer misteriosamente en casa de Gray y en el XIII llegamos al clímax del relato cuando Basil enfrenta su propia anagnórisis que lo llevará a la muerte; esta muerte a manos de Dorian no puede ser concebida como catarsis, sino más bien como un castigo del destino por haber creado esa monstruosa realidad a la que el cuadro refiere. Dorian le dice a Basil que lo invita a contemplar su alma, el alma de Gray, por supuesto. Observando su obra reniega de ella y le dice a Dorian dolorosas verdades. Esto provoca la reacción airada del protagonista quien, al sentirse acorralado y ofendido, lo asesina. Dorian asesinando al creador de su retrato está matando todo lo que Basil representa y, además, lo declara culpable por haberle conferido la mayor esperanza de su existencia: la juventud eterna. En el capítulo XIV se plantea un asunto intrascendente en el marco del desarrollo argumental, pero decisivo para la tranquilidad del personaje central: ¿Cómo deshacerse del cadáver de Basil? Se integra al relato el nombre de un antiguo amigo de Dorian con quien hace tiempo que se ha distanciado: Alan Campbell se llama. Es el único capaz de llevar a cabo la macabra tarea anteriormente mencionada; este personaje ha destacado ampliamente en el ámbito de las ciencias naturales y a él le encomendará Gray la misión de desembarazarse del incómodo despojo. Alan desprecia y chantajea a Dorian, pero finalmente cumple con la misión encomendada. En el apartado XV las actividades sociales y el encuentro con el gran mundo de lo aparente distraen el ocio de Dorian. En el XVI, una vieja con apariencia de bruja reconoce a Gray al decirle, en un acercamiento casual: “¡Ahí va el del pacto con el diablo!” (218). Este hecho nos lleva a entender que la figura del protagonista cobra pleno sentido satánico, el cual está más allá de su apariencia juvenil y lozana y revela la verdadera esencia de éste, reconocido ya por el universo mágico al que realmente pertenece. En este mismo contexto aparece otro personaje del pasado: Jaime Vane, el hermano de Sibila quien viene decidido a tomar venganza por la muerte de la actriz. Dorian lo convence dejándole ver la juventud y frescura de su rostro. Jaime se arrepiente de lo que iba a hacer. Continúa predominando en el relato ese perenne juego de apariencia y esencia; en apariencia Dorian es inocente, en la esencia, que sólo podría llegar a revelar su pasado, es el culpable por su ingrato desdén de amor. En el capítulo XVII el protagonista vive un día intrascendente que termina con el desayuno en la jornada siguiente. En compañía de sus amigos más fieles sufre un desmayo y al recuperar el conocimiento cree ver a Jaime Vane que acecha. Son sus propios fantasmas que lo reclaman. Tercera parte: capítulos XVIII al XX inclusive Continuando con esta afiebrada sucesión de acontecimientos, en el capítulo XVIII el personaje se reconoce enfermo de un miedo feroz a la muerte. Aun así, su hado siniestro continúa apoyándolo y la muerte accidental de Jaime Vane lo hace sentir de nuevo dueño de su propio destino, En el XIX, se incluye el motivo de la muerte asociado con la vulgaridad, según queda expresado en un breve discurso de lord Henry. Éste partiendo de dos hechos de alguna manera particularmente misteriosos : el suicidio de Alan Campbell y la desaparición de Basilio, sostiene: “La muerte y la vulgaridad son los dos únicos hechos del siglo XIX que no pueden explicarse” (242). Por último, en el capítulo XX concluye ese pavoroso intercambio con el cuadro y como un delirante círculo se regresa al principio de la anécdota recobrando el retrato su vitalidad de los comienzos y perdiéndola el personaje quien muere en estas circunstancias. 

Conclusiones 

El desarrollo conceptual del ensayo parte de la noción fáustica, la cual es explicada someramente en los comienzos. El análisis de personajes se centra en Dorian Gray y procedimos a comentar el pacto diabólico que se lleva a cabo en el momento de contemplar el cuadro que contiene su retrato. La novela arranca de este hecho, en el cual Dorian llega a sostener que daría la vida por alcanzar la juventud eterna a costa de intercambiar su suerte con la de la figura que lo materializa. Los hechos posteriores demostrarán que el destino, personificado por la figura oculta del demonio, le concederá la silenciosa pretensión. Dorian vive, disfruta, materializa y lleva a cabo las acciones que lo tienen a él como el sujeto principal. En su desaforada existencia está presente la muerte, la indecisión, el miedo y la búsqueda de un horizonte que ni siquiera él sabe cómo y para qué es. El protagonista es incapaz de amar y la diégesis de Sibila Vane lo documenta, al igual que el asesinato de su amigo Basilio deja claro que ni la amistad logra plasmar en el corazón mezquino de Gray. Estudiamos de manera parcial la casi totalidad de los capítulos que componen la novela para arribar a la dolorosa conclusión que 58 se halla en el apartado XX en donde Dorian se intercambia nuevamente con el patético cuadro: al comienzo la había hecho para alcanzar la juventud eterna y al final lo lleva a cabo inmerso en una inconsolable preocupación que lo orilla a la única forma de consuelo que este controvertido personaje podía alcanzar: la muerte.

Wilde, Óscar (2008). El retrato de Dorian Gray, traducción de Consuelo Rutiaga, México, Tomo.