El
clasicismo moderno francés
Siglo
XVII
Mientras el
resto de Europa sufría las consecuencias de la degeneración del barroco,
Francia logró su Edad de Oro. Al siglo
XVII se le ha denominado con razón le grand siécle. Sin embargo, este
periodo del clasicismo es breve.
Principales
representantes
Los
principales representantes del clasicismo francés son:
a) En la
tragedia, Racine (1639-1699).
b) En la
comedia, Molière (1622-1673).
c) En la
literatura mundana, La Rochefoucauld y Madame de Sevigné.
d) En la
crítica, Nicolás Boileau (1636-1711),
e) En la
fábula, Jean de La Fontaine (1621-1695); este último es el más independiente,
el que menos se somete a las directivas del siglo.
Caracteres
generales de esta literatura
Estudiaremos
ahora los caracteres generales de la literatura clásica francesa de la segunda mitad
del siglo XVII:
1.
Concuerda con las instituciones de la época. Está al servicio de las
instituciones sociales, políticas y religiosas; es decir, respeta el orden
establecido, no ataca, sino que sirve a las instituciones y al régimen
político. Por tal motivo puede ser considerada una literatura ancilar (del
latín ancila que significa “esclava”); esto indica que se halla al
servicio de una causa concreta).
2. Está
centralizada en la monarquía. El monarca asume en la segunda mitad del siglo
XVII la dirección de los espíritus. En Versalles, el Rey Sol es el protector de
las artes y de las letras.
3. Es
cristiana. En la segunda mitad del siglo XVII hay unidad religiosa en Europa.
La religión del príncipe es la de los súbditos. Esta divisa consagra la
intolerancia. El Edicto de Nantes, expedido por Enrique IV (1598), fue abolido
ahora por Luis XIV (1685) dando paso a la intolerancia de cualquier religión
excepto la católica.
4. Es
aristocrática y mundana. Las producciones literarias están destinadas
preferentemente a la clase aristocrática. No es una literatura popular. El
espíritu mundano se manifiesta
sobre todo
en las máximas de La Rochefoucauld y en las cartas de Madame de Sevigné.
5. Es espiritualista y moral. No le interesa la
naturaleza inanimada, las cosas del mundo exterior,
sino el hombre espiritualmente considerado, prescindiendo de su ser físico. No
interesan el vestido, el decorado —como ocurre
en el “preciosismo”— ni la descripción sentimental de un bosque o un río, sino el alma humana. Pretende
transformar al individuo en sentido moral, no
a la sociedad. La reforma moral individual es el ideal de Molière.
6.
Es disciplinada. Está sometida a reglas estéticas, tomadas de la tradición.
Su
principal codificador fue Boileau, quien en su Arte Poética (1674)
considera las reglas aristotélicas y las exagera, sin dejar margen a la
libertad. Sus reglas son caprichosas, rígidas, severas y tienden a destruir la
personalidad del escritor.
Lo
barroco y lo romántico se caracterizan por la libertad en el arte. Lo clásico,
en cambio, por la sujeción a las normas.
La
razón es la guía que permite llegar a la verdad y comprender a la naturaleza.
Predomina sobre la imaginación, que conduce a lo fantástico, y sobre la sensibilidad,
que conduce a la expresión de lo subjetivo. Sin embargo la razón aparece, en el
siglo XVII, sometida a las instituciones políticas y sociales; respeta la
religión, la moral y la tradición, debido al freno que éstas le imponen. El
predominio de la razón proviene del Renacimiento. Mientras el barroco se
aproxima a la Edad Media y se aleja del Renacimiento, el clasicismo se aproxima
al Renacimiento y el espíritu renacentista es, en su esencia, clasicismo.
7.
Su ideal artístico radica en la imitación de la naturaleza. Se sigue en ello a
Aristóteles. No es una imitación servil de la naturaleza, sino que se
seleccionan los datos de ésta.
8.
Imita a los antiguos. Si el arte radica en la imitación de la naturaleza, los
modelos fundamentales deben ser los antiguos: por estar más próximos a ella la
han comprendido mejor, por eso son los más sencillos, los más objetivos. Sin
embargo, no se hace de los antiguos una imitación tan servil como en el
Renacimiento.
Autores
y obras representativos del clasicismo moderno
En
la tragedia, Racine; en la comedia: Molière.
Racine
Es el dramaturgo trágico más destacado de este periodo que intertextualiza la
literatura griega en un marco de realización perfectamente alcanzado.
Entre
sus obras mencionamos: Alejandro, Amores de Ovidio, Andrómaca, Atalía, Baños
de Venus, Berenice, Fedra, Ifigenia.
Andrómaca
Su
primera gran tragedia —Andrómaca— es de 1667. Argumentalmente se trata
de recrear la vida de Andrómaca, la viuda del príncipe troyano Héctor que ya
habíamos conocido en la Ilíada de Homero, cuando es conducida al
destierro por su secuestrador y amante —Pirro—. Éste la desea con tanta
intensidad que hace todo lo humanamente posible para concederle sus
aspiraciones. Pirro protege al hijo de Andrómaca —Astianacte— de la furia de
los restantes griegos que desean vengarse de Héctor en la persona de su
vástago.
Es
digno de destacar la fi delidad de la esposa al marido muerto. Racine recrea un
poderoso cuadro de mujer combativa que sin tregua defi ende a su hijo, llora
por Héctor y desprecia a Pirro.
Muchas
obras de Racine se inspiraron en la literatura y mitología griegas y otras, en
la historia antigua y en la Biblia.
La
dramaturgia raciniana es la más perfecta desde el punto de vista de las normas
más rigurosas que dictó el espíritu clásico. Los preceptos aristotélicos, que
exigen que todo sea verosímil y necesario en la tragedia, organizan estas obras
con toda naturalidad. Una característica admirable de este teatro es la
sencillez de sus argumentos. Y el milagro raciniano consiste en escribir cinco
actos de densa tensión trágica a partir de situaciones consolidadas, de
destinos ineludibles y con personajes que ya han tomado sus decisiones. Por
ejemplo, sabemos que Andrómaca seguirá fiel al recuerdo de Héctor y nada ni
nadie la obligará a traicionar su memoria; no obstante, Pirro lucha por su
amor, aunque para ello tenga que traicionar a sus compatriotas. Y aun sabiendo
que esta mujer no cambiará su decisión, la lectura del contenido trágico de la
obra es apasionante.
Molière
Es
sin duda el hombre que hizo reír y reflexionar a la sociedad francesa de la
época. Si Racine había sido el rostro adusto que hablaba de la muerte y el
destino, Molière representa el rostro jocoso que dibuja una sonrisa mientras se
burla de los excesos de su sociedad.
Entre
sus obras se incluyen: El atolondrado, El despecho amoroso, Las preciosas
ridículas, Esganarel o el cornudo imaginario, La escuela de los maridos, El
matrimonio a la fuerza, Tartufo, Don Juan, El misántropo, El médico a palos, El
avaro, El enfermo imaginario.
El
10 de febrero de 1673 se representa El enfermo imaginario.
Molière
quizás tuberculoso o enfermo de los pulmones actúa
el
papel principal. Durante la representación del día 17 sufre un ataque de tos y
convulsiones que intenta disimular con muecas y ademanes. Morirá durante la
noche en su casa.
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